Procedimientos mixtos
Gaspar Galaz / Septiembre, 2000
Sobre los límites del cuadro pareciera interrogarse la artista Alejandra Raffo. Esta pregunta se transforma en acción de diferentes categorías en la producción que presenta en esta exposición. Así el espacio de la obra se convierte en una zona de investigación y de puesta en crisis sistemática como procedimiento, para establecer durante todo su proceso de creación, la reflexión en torno a los “problemas del cuadro”. Cuadro sin pintura, pero cuadros que se organizan desde los siguientes sistemas que, casi como en capas geológicas, se van sobreponiendo, entrecruzando entre otros procedimientos unos sobre otro. En los puntos siguientes queda explicitado en toda su profundidad y complejidad, la estética del collage como una ideología que sustenta lo “informe”, en la conjunción de materialidades desarrolladas por la artista. A. La búsqueda frenética del papel que en su trabajo juega el azar y el accidente sobre la propia tela – entendida como trapo, como paño, sobre la cual se dejan caer ácidos, tintas, lacas o a través de verdaderos rituales nocturnos- se entierran y desentierran en estadía durante varios meses bajo tierra. El misterio y la emoción del desentierro de la tela y la acción azarosa de la humedad o de las bacterias que la pueden haber atacado, marcan y manchan la tela como un mapa de casualidades. B. Acrecentando “lo informe” (campo donde la artista especula) se añaden las telas atacadas, retazos, vestigios de obras anteriores, cortes a tirones, huecos producidos por el fuego. La materialidad resultante de la conjunción con otros materiales, revelan la necesidad de la artista por mostrar lo miserable, la caducidad de la materia. Es sobre esta miseria material, en que sostiene el concepto de arte, el cual se está soportando entonces, en el límite posible. Con la incorporación en otras capas de fieltro que también son atacadas por el fuego por medio de la acción directa del soplete y por los ácidos, van surgiendo “ventanas” hacia el reciclaje de las obras y transparencias, heliografías y registros digitales, agregándose materiales anexos como alambre, tachuelas, que van trazando una gráfica por medio del impacto de la luz sobre el objeto, creándose lo que podríamos llamar, la sombra. Mencionábamos al comienzo que la artista investiga en torno a los problemas del cuadro, y eso significa, la suplantación no solamente del óleo como pigmento, sino que además, de las grandes tradiciones al interior de la pintura: línea de horizonte, la representación ilusionista, pero sobre todo, la obsesión de la artista por eliminar la ficción al interior del cuadro, casi recordando a L. Fontana. Es decir, el concepto de espacio real, por distancias medibles objetivas entre una zona y otra, entre una capa y otra, produciéndose entre esas capas geológicas, verdaderos laberintos esponjosos, duros, transparentes, rugosos, lisos que marcan táctilmente la “superficie del cuadro”. Se preguntarán ustedes por el sentido de esta propuesta artística. Un supuesto podría ser el concepto de laberinto a través del cual la artista inicia una performance personal íntima, en un afán por perderse en los intrincados sistemas de producción. Primero por perderse, segundo por recorrer agotadoramente la búsqueda de una salida y también de una respuesta, a partir de la conciencia de estar perdida e iniciar el infatigable retorno hacia una salida, hacia un encuentro de algo que creo, aún es indefinible e inacabable. Es justamente la experiencia de la conciencia. Al interior de este supuesto está implícita la invitación de la artista a compartir el recorrido. Tal vez o único que Alejandra Raffo mantiene, son los cuatro bordes del marco, los cuatro bordes del perímetro. |